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jueves, 9 de febrero de 2017

LOS ÚLTIMOS MINUTOS DE LA CLASE MAGISTRAL.









La clase magistral, que gira entorno a un monólogo del profesor, ya no está bien vista en ninguno de los niveles educativos, desde infantil hasta la etapa universitaria. Grupos de investigadores de diferentes partes del mundo centran su trabajo en demostrar que el cerebro no aprende a base de discursos. Alf Inge Wang, profesor de Ciencias de la Computación en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, es uno de ellos. En 2006 empezó a investigar fórmulas para que el interés de sus alumnos no decayese durante las clases. “La media de atención del ser humano no supera los 20 minutos y con herramientas interactivas puedes reiniciar ese reloj”, cuenta.


Empezó creando cuestionarios con formato de juego inspirado en programas televisivos como Quién quiere ser millonario. Los niveles de motivación e implicación de los estudiantes mejoraron tanto que en 2011 lanzó junto a un grupo de jóvenes noruegos la app educativa Kahoot, que en 2015 ganó el premio EdTechX Europe a la compañía educativa más disruptiva de Europa. Hoy suma más 40 millones de usuarios únicos al mes en 180 países.
La herramienta permite a los profesores crear cuestionarios sobre cualquier materia, introducir vídeos y audios y medir el nivel de conocimiento de los alumnos tanto antes como después de trabajar un tema en el aula. Los estudiantes responden a esas preguntas en tiempo real, bien de forma individual o en grupo, usando un móvil, tableta u ordenador, y siempre hay un ganador. “El problema con la clase magistral es cada vez más grave. Los jóvenes están acostumbrados a interactuar y a dar una respuesta en casi todas las actividades que conforman su día a día”, explica Wang.
Los experimentos que realizó con alumnos durante seis años le permitieron identificar beneficios en tres áreas: en las dinámicas de la clase -alumnos más concentrados e implicados-; en el aprendizaje -mayor interacción entre alumnos, las lecciones se pueden modificar en tiempo real en función de los problemas de aprendizaje de los estudiantes-; y en la evaluación -los estudiantes pueden comparar sus resultados con los del resto de la clase y eso les anima a mejorar-. “Los alumnos aprendían más que con las clases tradicionales, era más divertido y aumentó el índice de asistencia a clase. La clave es el aprendizaje colectivo, una forma atractiva de recordar nuevos contenidos”, señala el investigador.
“En un aula tradicional, los alumnos están sentados juntos todo el tiempo y no hacen lo que quieren, que es pasarlo bien. El juego es nuestro primer lenguaje, la forma en la que aprenden los niños, y nuestra investigación demuestra que es una de las mejoras formas de aprender también cuando somos adultos”, explica Johan Brand, cofundador de Kahoot y CEO de la compañía. Su objetivo era hacer del aprendizaje algo adictivo y llevar el lenguaje de los chicos al aula. “Ven Kahoot como Instagram o Snapchat. La colaboración es fundamental en las nuevas habilidades que demanda el siglo XXI”.

En España más de 80.000 profesores usan Kahoot en sus clases, según datos de la empresa, y desde comienzos de 2016 se han creado más de 600.000 cuestionarios, que están disponibles para cualquier usuario en su web. Chema Lázaro, de 35 años, fue durante más de cinco años profesor de Primaria en un colegio concertado de Moralzarzal, donde usaba herramientas como Kahoot, y desde hace un año da clase en el Máster de Neurodidáctica de la Universidad Rey Juan Carlos. “El profesor ya no tiene valor como transmisor de información. Ahora lo que tiene que hacer es diseñar nuevas experiencias de aprendizaje”, indica. Él quería dar un giro a sus clases, empezó a investigar sobre metodologías alternativas y creó el blog Pizarras abiertas, que en 2013 le valió el premio nacional sobre las TIC en el aula del Ministerio de Educación.
Lázaro buscaba una base científica que apoyase su apuesta: hacer que sus estudiantes aprendiesen para toda la vida sin memorizar. Encontró los hallazgos de la neurodidáctica, por los para que la adquisición de información novedosa el cerebro tiende a procesar los datos desde el hemisferio derecho -más relacionado con la intución, la creatividad y las imágenes-. La neurodidáctica propone un cambio en la metodología de enseñanza para sustuir las clases magistrales por soportes visuales como vídeos o gráficos interactivos que requieran la participación del alumno. La explicación es simple: el cerebro es un órgano social que aprende haciendo cosas con otras personas.
“En mis clases los chavales se aprendían las capitales ganando puntos en Kahoot, la gamificación funciona”, explica Lázaro, que ahora emplea esa misma plataforma con sus alumnos universitarios.
Jesús Guillén, profesor de la Universidad de Barcelona y creador del blog Escuela con cerebro, en el que recopila las últimas evidencias científicas de la neurodidáctica, afirma que el aprendizaje se produce cuando somos capaces de activar el llamado sistema de recompensa cerebral, asociado a la dopamina. “Cuando se introduce la gamificación, toda una serie de sustancias químicas -como los neurotransmisores dopamina y serotinina- nos motivan, mejoran nustro estado de ánimo y fortalecen el vínculo, y todo ello es imprescindible para el aprendizaje”.

VISTO EN : economia.elpais. com   
Autora: Ana Torres Menárguez. 

jueves, 19 de enero de 2017

RAZONES CIENTÍFICAS PARA LEER MÁS DE LO QUE LEEMOS.

La lectura, además de mejorar la empatía y la comprensión de los demás, es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro y las capacidades mentales.



El informe La lectura en España 2017, encargado por la Federación de Gremios de Editores (FGEE), alerta de que los españoles no conseguimos aumentar nuestro nivel de lectura, pues estamos estancados en cifras que indican, según el último barómetro del CIS, que cerca de un 40% de los ciudadanos no leyó ni un libro en 2015. Ante esta situación el Gobierno parece tener en ciernes un Plan Nacional de Fomento de la Lectura incluido en el llamado Plan 2020 de acción cultural.Démosle pues al Gobierno y su Ministerio de Cultura argumentos científicos, particularmente desde la neurociencia, para seguir adelante con ese plan y llevarlo a cabo con éxito.

La lectura es uno de los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro y las capacidades mentales. Es así porque la actividad de leer requiere poner en juego un importante número de procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el razonamiento. Cuando leemos activamos preferentemente el hemisferio izquierdo del cerebro, que es el del lenguaje y el más dotado de capacidades analíticas en la mayoría de las personas, pero son muchas más las áreas cerebrales de ambos hemisferios que se activan e intervienen en el proceso. 
Decodificar las letras, las palabras y las frases y convertirlas en sonidos mentales requiere activar amplias áreas de la corteza cerebral. Las cortezas occipital y temporal se activan para ver y reconocer el valor semántico de las palabras, es decir, su significado. La corteza frontal motora se activa cuando evocamos mentalmente los sonidos de las palabras que leemos. Los recuerdos que evoca la interpretación de lo leído activan poderosamente el hipocampo y el lóbulo temporal media. 
Las narraciones y los contenidos sentimentales del escrito, sean o no de ficción, activan la amígdala y demás áreas emocionales del cerebro. El razonamiento sobre el contenido y la semántica de lo leído activan la corteza prefrontal y la memoria de trabajo, que es la que utilizamos para resolver problemas, planificar el futuro y tomar decisiones. Está comprobado que la activación regular de esa parte del cerebro fomenta no sólo la capacidad de razonar, sino también, en cierta medida, la inteligencia de las personas.

La lectura, en definitiva, inunda de actividad el conjunto del cerebro y refuerza también las habilidades sociales y la empatía, además de reducir el nivel de estrés del lector. En ese sentido debemos resaltar el excelente trabajo de revisión del novelista y psicólogo Keith Oatley, de la Universidad de Toronto, Canadá, recientemente publicado en la revista científica CellPress y titulado Fiction: Simulación of Social Worlds (Ficción: Simulación de mundos sociales), destacando que la literatura de ficción es la simulación de nosotros mismos en interacción. 
Tras un riguroso y elaborado repaso de datos y consideraciones sobre psicología cognitiva, Oatley concluye que ese tipo de literatura al ser como una exploración de las mentes ajenas hace que quien lee mejore su empatía y su comprensión de los demás, algo de lo que estamos muy necesitados. Esa conclusión es además avalada por neuroimágenes, es decir, por datos científicos que exploran la actividad cerebral relacionada con ese tipo de emociones.
 La ficción que incluye personajes y situaciones complejas puede tener efectos especialmente beneficiosos. Así y como ejemplo, un trabajo recientemente publicado muestra que la lectura de Harry Potter puede disminuir los prejuicios de los lectores.

Todo ello sin mencionar la satisfacción y el bienestar que proporciona el conocimiento adquirido y cómo ese conocimiento se transforma en memoria cristalizada, que es la que tenemos como resultado de la experiencia. El libro y cualquier lectura comparable son, así, un gimnasio asequible y barato para la mente, el que proporciona la mejor relación costo/beneficio en todas las edades de la vida, por lo que debería incluirse en la educación desde la más temprana infancia y mantenerse durante toda la vida. 
Cada persona debe elegir el tipo de lectura que más le motiva y conviene. Los niños deben ser estimulados a leer con lecturas adecuadas a su edad y los mayores deben procurarse todo el auxilio que requieran sus facultades visuales para poder seguir leyendo y manteniendo en forma su cerebro cuando envejecen. Un motivo añadido para que los mayores sigan leyendo es la plausible creencia de que no somos verdaderamente viejos hasta que no empezamos a sentir que ya no tenemos nada nuevo que aprender.
Autor del artículo:  Ignacio Morgado Bernal es director del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona, autor de“Cómo percibimos el mundo: una exploración de la mente y los sentidos” (Barcelona: Ariel 2012)
Visto en: elpais.com

miércoles, 5 de noviembre de 2014

SÍ , SON IMPORTANTES LAS EMOCIONES PARA APRENDER. NEUROEDUCACIÓN.




Solo se puede enseñar a través de la alegría”. ¡Qué gran frase!La alegría es un sentimiento positivo del ánimo que nadie duda lleva siempre a hacer cosas. Despierta la curiosidad. Focaliza la atención. Asocia eventos y sucesos y el individuo aprende fácil. El sustrato último de esa alegría es la emoción encendida.
Francisco Mora Teruel
Francisco Mora Teruel
Los niños de temprana edad serían más felices y aprenderían más al aire libre que en las aulas, dice usted en el libro.El cerebro posee códigos tempranos de funcionamiento (sin duda, recapitulación del proceso evolutivo) que, en esos primeros años, se activan con lo sensorial directo y real del mundo, y no con ideas o abstractos. Es decir, se activan principalmente con la sensación y la percepción de lo real. Y las sensaciones, como por ejemplo qué es una hoja, y sus colores, sus tamaños, sus formas, su textura, sus detalles y olores, su crepitar diferente cuando se rompen… son lo que el niño mejor aprende y graba teniendo él mismo la realidad de la hoja en sus manos. Es más, para que el niño aprenda bien qué es una hoja, hay que enseñarle el árbol o arbusto real del que procede. Y el color, no de esa hoja aislada, sino del color y el movimiento que adquiere cuando esta en lo frondoso del árbol. Aprendiendo y viviendo de ello el género homo ha sobrevivido millones de años. Y así se han grabado esos códigos de supervivencia cuyo valor ahora esta en reconocerlos y hacerlos funcionar cuando su actividad asoma temprana en el niño en los primeros años. Y todo eso no se encuentra en las aulas, en las guarderías, sino en el campo y las montañas. ¡Y pensar que hay niños en las grandes ciudades que nunca han visto una vaca real y solo una vaca digital…!
Y fi
nalmente, permítame decirle, que después se construyen de forma sólida, y con otros códigos cerebrales, los conceptos, esos elementos base del gran edificio que es el pensamiento humano. Y esto sí se enseña y se aprende en el aula.

La emoción como base del aprendizaje es una de las ideas que recalca. Seguro que esto lo experimentan cada día los profesionales de la enseñanza cuando son ellos mismos los que se emocionan enseñando.Sí, considero la emoción como el epicentro de toda enseñanza. La emoción es el vehículo que transporta las palabras y su significado. Sin emoción no hay significado, y sin significado no se puede aprender nada (y por significado se entiende aquí placer o dolor, recompensa o castigo). Y es esa emoción que, si se maneja adecuadamente, hace despertar la curiosidad y la atención. Y con ello, el entendimiento apropiado de esas palabras. Y eso vale tanto para las humanidades como para las ciencias y matemáticas incluidas, por supuesto.
Nos habla un poco del cerebro emocional y de su funcionamiento.El cerebro emocional está situado estratégicamente entre las áreas de procesamiento de toda información sensorial (cuando vemos una rosa) (áreas sensoriales de la corteza cerebral) y el procesamiento de esa información hasta sus mas altos niveles abstractos (cuando elaboramos cognitivamente la idea de rosa o manzana mas allá de la forma, el color, la textura o el olor que tienen) (áreas de asociación de la corteza cerebral). Todo esto quiere decir que toda información sensorial es procesada por el cerebro emocional antes de su elaboración por el cerebro cognitivo. Cuando se contempla una rosa, o cogemos una manzana, o desciframos una formulación matemática, todos los elementos que maneja nuestro cerebro para realizar sus operaciones, esos elementos que llamamos abstractos, ideas, o conceptos, ya se encuentran bañados de emoción, de bueno o de malo, de significado en definitiva aun cuando sea de forma inconsciente. En esencia somos seres emocionales.
¿Qué conceptos básicos de neuroeducación tendría que tener aprendidos cualquier persona que se dedique a la enseñanza?Permítame que aquí solo destaque la idea principal. Y es la idea que conduce a hacer consciente al maestro y al profesor que su enseñanza cambia la física y la química del cerebro del que aprende. Y esto se múltipla por millones cuando ese maestro enseña a niños de pocos años. El maestro está transformando, en muchos casos quizá para siempre, el cerebro del niño. De ahí la enorme responsabilidad del enseñante. De ahí la enorme trascendencia para una sociedad, que tiene que determinar y seleccionar muy cuidadosamente quienes van a ser maestros y profesores.
¿Cómo se podría implementar esta figura de asesor en neuroeducación de la que habla en el libro, que sirva de puente entre los conocimientos en esta área y los profesionales de la enseñanza?Está todo por elaborar. Pero entiendo que el neuroeducador podría ser una nueva figura en los colegios que sirviera para encauzar solución a problemas que surgen en los niños en los colegios, sea autismo, dislexia, discalculia, lesiones cerebrales sutiles que dificulten el aprendizaje. Y desde luego a instaurar e implementar una mejor enseñanza basada en los conocimientos actuales sobre cómo funciona el cerebro.
¿Qué deberíamos conocer de neuroeducación como padres?
Los padres pueden detectar de modo muy temprano, es decir, en los primeros años de vida del niño, algún déficit, siquiera sutil y casi no detectable en la guardería o el colegio. Esos años son clave para realizar intervenciones tempranas y poder solucionar de modo efectivo el problema. Y los padres en la intimidad de la familia son clave en estas primeras etapas.
¿De qué forma surgió su interés por la neuroeducación?Llevo muchos años estudiando el cerebro. Y enseñando en la Universidad y particularmente, en Medicina, el funcionamiento del sistema nervioso central. En los últimos diez años la Neurociencia cognitiva ha dado un vuelco en lo que se refiere a entender mejor los mecanismos neuronales sustrato del aprendizaje y la enseñanza y los muchos factores que la influencian. He pensado que era ya el momento maduro de decir algo sobre ello.
¿Es feliz enseñando, ya sea en el aula o poniendo sus conocimientos en un libro?Sí, lo soy. Y ese sentirme “feliz” lo promueve, fundamentalmente, el sentimiento de que puedo estar ayudando a la gente.

Fuente: elemotional.com

lunes, 3 de noviembre de 2014

MÉTODO DE ESTIMULACIÓN TEMPRANA DE GLENN DOMAN.




El Dr. Glenn Doman (1919-2013), médico estadounidense, comenzó a dedicarse al tratamiento de los niños con lesiones cerebrales con el neurólogo Temple Fay. Utilizaba sus métodos, basadas en movimientos progresivos, muy eficaces tanto en áreas motrices como en áreas más intelectuales.
Se centraban en el trabajo con los reflejos, fundamentalmente con niños con parálisis cerebral.
Al observar los progresos que se conseguían en estos niños, Doman decide trasladar sus conocimientos al resto de los niños, de manera que se potenciara su capacidad de aprendizaje. Elabora su teoría acerca del desarrollo cerebral, un Perfil del Desarrollo Neurológico y sistematiza una labor educativa, estructurada mediante programas secuenciados, con métodos precisos y eficaces.
Funda a finales de los años 50 los Institutos para el Desarrollo del Potencial Humano en Filadelfia (EEUU), iniciando lo que Doman y sus discípulos han llamado, una “Revolución Pacífica”.
Su metodología de intervención se basa en aprovechar al máximo las posibilidades del individuo, siendo fundamental el momento temprano en que se comienza, ya que más adelante no se conseguirán muchas metas.
Este método exige la repetición de las diversas actividades durante varias veces al día. Además, es muy estricto en cuanto al cumplimiento de estas rutinas.
El método Doman se subdivide en:
    • Programa musical
    • Programa de escritura
La priorización en la aplicación de cada programa depende de la situación del niño y de los objetivos que se quieren lograr.
Los programas de lectura, inteligencia, matemáticas, lengua extranjera y parte del musical consisten en la presentación de bits. Los bits son unidades de información que pueden presentarse en cartulina, en presentaciones PowerPoint o con nuestras aplicaciones interactivas.
En los bits de lectura, lo importante -¡esencial!- es utilizar un tamaño de letra adecuado a la madurez visual del niño así como el tipo de letra y color adecuados.
El objetivo no es que realmente aprendan todo esto que les enseñas con los distintos programas; cuando se da este resultado (y suele darse) se da como consecuencia, pero nunca debe ser la finalidad de la aplicación del método, sino que la finalidad es estimular el cerebro para ayudarle a crear conexiones neuronales, cuantas más mejor.
Todos los programas se basan en inputs, en información que le presentas al niño quien, a veces, te da un output, esto es, una demostración de que ha conseguido retener la información presentada y conectarla con alguna información recibida anteriormente.
El “truco” del método Doman es que se hace en sesiones muy muy breves, de modo que el niño no sólo no se cansa sino que se queda con ganas de más, lo cual es positivo para el aprendizaje. Siempre hay que parar antes de que el niño lo pida, antes de que se llegue a aburrir.
Hay una “regla de oro” que siempre debe observarse a la hora de aplicar el método. Glenn Doman dice textualmente: “Si tú o tu hijo no os divertís, déjalo”. Esto debe ser algo divertido, que guste al padre/madre y al hijo, nunca una obligación ni mucho menos una vía de crear niños-genio. Si es divertido, el niño pedirá más y más. Si es divertido, el vínculo que se establece es absolutamente indescriptible. Y, además, no sólo aprende el niño sino también el padre/madre/abuelo que aplica el método.
En el aspecto motor, utiliza los que él llama los patrones básicos de movimiento:
    • Patrón homolateral
    • Patrón cruzado
    • Técnicas de relajación de extremidades
    • Ejercicios de arrastre y de gateo
    • Ejercicios de braqueación y de marcha

FUENTE: disanedu.com

jueves, 30 de octubre de 2014

HALLADAS LAS 3 RUTAS GENÉTICAS DEL AUTISMO.




Las causas del autismo llevan medio siglo en discusión y siguen sin estar claras, pero cada vez resulta más evidente la trascendencia de los factores genéticos. Dos macroestudios presentados en Natureconfirman ahora las fuertes y complejas componentes genéticas del autismo, identifican más de 100 genes implicados en el riesgo de desarrollarlo y revelan las tres grandes rutas por las que maniobra esa maraña de material hereditario. ( Pinchar en el enlace para leer artículo completo).

Fuente: Diario el País.